Las historias de la Antigua Grecia cobran vida al Norte de Barcelona. El Parque del Laberinto de Horta es el jardín más antiguo de la ciudad. Un paraíso vegetal neoclásico, diseñado a finales del siglo XVIII por el paisajista francés Joseph Delvalet a encargo del propietario del terreno, Joan Antoni Desvalls i d’Ardena, un aristócrata ilustrado caracterizado por ser “hijo de su época”: interesado en las artes, la música, los idiomas y con gusto refinado por la estética y la naturaleza.
La joya del entorno natural que forma el parque, su mayor seña de identidad y lo que al fin y al cabo le da nombre, es su laberinto. Situado la parte más occidental del jardín, está formado por 750 metros lineales de cipreses recortados en un ejercicio de topiaria de líneas perfectamente rectas.
En su entrada, una inscripción hace referencia al más famoso laberinto de la Antigüedad, el de Creta en el que vivía el Minotauro:
Entra, saldrás sin rodeo,
el laberinto es sencillo,
no es menester el ovillo
que dio Ariadna a Teseo.
Hace así referencia al mito del héroe griego, que se dirigió de Atenas a Creta para evitar el sacrificio anual de más jóvenes en manos del monstruo hijo de Minos. Ariadna, también hija de Minos, se enamoró de Teseo y le ofreció un ovillo de hilo, que le sirvió para salir siguiendo el recorrido de entrada tras matar al Minotauro.
Del laberinto creado por el arquitecto Dédalo también extrae el de Horta su forma trapezoidal de hacha de doble filo (como las labrys de la Antigua Grecia). Más en consonancia con su época, el diseño parte de los giardini d’amore italianos, de origen renacentista. Jardines que planteaban unos recorridos de contenido simbólico, y que han inspirado el paisajismo hasta nuestros días: del de Alicia a los jardines de Versalles, grandes historias tienen al laberinto como protagonista activo o pasivo.
En el centro del laberinto se sitúa una estatua de Eros, dios griego del amor, sobre un pedestal. Se llega a ella a través de ocho entradas, marcadas por cipreses recortados en forma de arco.
La salida del laberinto da a una terraza de estilo marcadamente Neoclásico sobre un pequeño estanque circular. Excavada en un muro de soporte de la terraza, se sitúa la gruta de Eco.
Otro mito griego que toma forma en el parque, con una imagen de la ninfa realizada en terracota y enfrentada al estanque en el que se reflejó su amante Narciso, que se enamoró a su vez de su reflejo y cayó ahogándose.
En los extremos de la terraza hay sendos templetes dedicados también a personajes de la mitología griega: uno dedicado a Dánae, y otro a Ariadna.
Texto de Elena Minguela.
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